domingo, 7 de agosto de 2011

De la seguridad afectando la percepción espacial



desde mi terraza, mirando al este, once y media de la noche



Vivir en la capital de un país, con la puerta de casa abierta, de día y de noche. Recordar en el trabajo que no has cerrado la ventana y que sólo te preocupe la lluvia.

Cómo conseguirlo en  lugares donde actualmente no gozan de ese privilegio es una cuestión inmensa que se me escapa. Por eso me limito a describir (y a disfrutar) la sensación, y el cómo esta tranquilidad modifica la percepción que tengo del espacio que me rodea:

De repente mi habitación acaba unos metros más allá de sus paredes, se mezcla con las otras habitaciones, la cocina y el salón , pero también con la terraza y el jardín del piso de abajo. Mi tejado es uno solo, con todos los demás. Y mi casa no sólo es mi casa. Mi casa es el barrio. En parte porque el barrio entra amablemente hasta mi colchón: toda una violación de los principios que yo tenía, estrangulados, antes de venir a Islandia.

Que la vida y las relaciones sociales parezcan otra cosa. De otra forma.

Como si las fronteras entre dentro y fuera, entre estancias y zonas de paso, entre calle y parque, hubieran sido tímidamente construidas de algodón de azúcar.

Como si viviera, literalmente, en una nube.

3 comentarios:

  1. ME ENCANTA ESA SENSACIAON QUE SIENTES Y QUE YO HE SENTIDO EN MIS AÑOS DE NIÑEZ, AQUI EN MI QUERIDA IBIZA....

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  2. tumbarte en la cama, cerrar los ojos.
    una energía que sale de ti conecta una mano con la otra y crece hasta impregnarlo todo. a todos. y a ti de ellos.
    lo tuyo, lo mío, se funde. ya no hay mis y tus y al querer agarrarlo se escurre siempre de las manos.
    que escenario tan maravilloso describes, éste para desdibujar fronteras.

    qué placer leerte.
    ánimo con el blog. y suerte ; )

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  3. una descripcion desde la experiencia real... muy buena y transmite todo tu sentir ... sigue así

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